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(1) Goffredo Wals Casa en un camino rural, ca.1620 | |
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(2) László Moholy-Nagy Am 7 (26), 1926 | | |
Hubo un tiempo en el que pintores procedentes de toda europa coincidieron la Roma de la primera mitad del siglo XVII y fueron testigos y partícipes de la creación de un nuevo género pictórico, la pintura de paisaje. Éste siempre había ocupado un lugar secundario en los lienzos, como telón de fondo. Pero poco a poco empezará a independizarse de la pintura religiosa y mitológica para emprender un nuevo camino por sí mismo. Las figuras humanas irán haciéndose cada vez más pequeñas, no desapareciendo completamente hasta mucho más adelante.
Los Pintores del norte de Europa quedaron admirados de los restos de la antigua Roma, ya que no se podían encontrar en sus países de origen, y las incluyeron en muchas de sus pinturas. Sin embargo encontramos durante estos años un pintor alemán en Roma que está trabajando por su cuenta en algo extraordinario: Goffredo Wals (Colonia, 1595 - Calabria, 1638).
En sus lienzos no encntramos ninguna ruina, ningún templo romano, nada del esplendor de imperios pasados. Lo que vemos (ver 1) es simplemente un Muro y un edificio anónimo, un camino polvoriento y un árbol, una modesta ventana y una sencilla puerta... Si el pintor no muestra en Roma ninguna fascinazión por la antigüedad, ¿qué le está entonces interesando? ¿Qué conceptos, que ideas intenta trasladar a sus pinturas?: La luz, la sombra, la perspectiva, el espacio, la atmósfera; pero sobre todo la geometría, la composición, las formas puras... Las imágenes de Wals son pinturas en estado puro, sin motivo determinado, casi sin contenido narrativo.
Para ello se decide por la representación de un paisaje desconocido, probablemente en la periferia de Roma, alejado de foros, villas y jardines. De esta forma puede concentrarse en aquellos conceptos abstractos que le interesan, sin dejarse distraer por arcos de triunfo, columnas o cúpulas.
¿Podríamos atrevernos a comparar este camino, esta investigación del mundo de las formas, con el que 300 años después seguirán los pintores de las vanguardias, ya liberados por completo del naturalismo? (ver 2)
Es gab eine Zeit, nämlich die erste Hälfte des XVII Jahrhunderts, in der Maler aus ganz Europa sich in Rom versammelten, und zur Geburt eines neues Genres beitrugen: Die Landschaftmalerei. Die Landschaft als Motiv, bis dato immer nur Hintergrund und Nebensache, wurde allmählich von der mythologischen und religiösen Malerei unabhängig. Die Maler endeckten einen neuen künstlerischen Weg, der bis Heute als einen der wichtigsten gilt. Zeitgleich wurden menschliche Figuren immer kleiner und kleiner, dennoch würden sie erst viel später in der Kunstgeschichte vollständig verschwinden.
Die nach Italien reisenden nordeuropäischen Maler bewunderten die in ihren Heimatsländern nicht zu findenden Reste des römischen Reichs, und fügten sie in ihren Gemälden hinzu. Doch wir finden im Rom dieser Jahre einen deutschen Maler der etwas ungewöhnliches und ausserordentliches tut: Gottfried Wals (Köln, 1595 - Kalabrien, 1638).
Auf seinen Leinwänden ist keine Ruine zu finden, kein römischer Tempel, keine Spur des Glanzes des ehemaligen römischen Reichs. Was wir sehen (s. Abb. 1) ist eine Mauer und ein anonymes Gebäude, ein staubiger Weg und ein Baum, dazu ein bescheidenes Fenster und eine prachtlose Gartentür...
Wenn der Maler also keine Begeisterung an der Antike zeigt, wofür interessiert er sich da denn dann? Welche Konzepte, welche Ideen legt er in seinen Gemälden dar? Licht, Schatten, Perspektive, Raum, Atmosphäre; und vor allem: Geometrie, Komposition, reine Formen... Wals Rom-Bilder scheinen Malerei pur zu sein, ohne bestimmten Anlass, fast ohne erzählerischen Inhalt.
Zu diesem Zweck entschliesst er sich zur Darstellung einer unauffälligen Landschaft, möglicherweise eines Vorortes von Rom, entfernt von den berühmtesten Denkmälern die alle seine Zeitgenossen gerade bewundern. So kann er sich auf jene abstrakten Begriffe konzentrieren, ohne sich von Triumphbögen, Säulen oder Kuppeln ablenken zu lassen.
Man dürfte vielleicht sogar einen Vergleich Gottfried Wals mit der klassischen Moderne wagen, die sich dreihundert Jahre später vom Naturalismus befreien und weiter in der reinen Welt der Formen recherchieren wird (s. Abb. 2).